«¿Tomamos la riera que va a la izquierda o la de derecha?» – preguntó Alba sin pudor. La lluvia continua ha convertido nuestros senderos de la selva en recorridos de agua. Dos horas subimos caminando desde la bahía Hakatea a través de la selva, hasta llegar a la famosa cascada. Dicen que es la segunda más alta del mundo – pero la densa bruma no nos deja ver su inicio en el cielo. Estamos empapados – ¿donde esta aquel trópico soleado?

Exactamente, ya estamos juntos de nuevo – nuestra hija Alba está de visita. Tras una semana tranquilamente fondeados en la bahía D’Hatieu navegamos a Taiohae, el pueblo mas grande de la isla Nuku Hívá en la costa sur. Ahí nos llega Alba con un collar de flores y bastante jetlag, después de un vuelo interminable desde Barcelona.

Al día siguiente, continuamos a dicha bahía Hakatea. Una cala perfectamente protegida, rodeada de altísimos acantilados verdes. ¡Que vista! Después de nuestra empapada, pero maravillosa excursión a las montañas, el día siguiente nos recompensa con sol. La pequeña aldea se encuentra en un jardín botánico perfecto. Flores de todos los colores, frutas tropicales, palmeras, caballos y gallos salvajes. En casa de Madame Charlotte tomamos el almuerzo, comiendo lo que ofrece el jardín. “Así” – dice Alba – “me imaginaba la Polinesia…”