#7 en medio de la tierra: TUVALU

Empezó ya a finales del año. Probablemente fuimos los primeros europeos confinados. Con la pierna rota de Imma y el tiempo de recuperación previsto de al menos medio año, de inmediato quedó claro que todo había cambiado. Llevamos ya meses viviendo aquí en Cornudella del Montsant, a unos 150 kilómetros de Barcelona. En unos pocos metros cuadrados de espacio habitable, en medio de la naturaleza verde, descolgado del mundo y con contactos sociales muy reducidos.

En comparación con otros circunnavegadores, el bloqueo nos golpeó aquí en una situación bastante cómoda. Plantamos verduras en el huerto recién creado, disfrutamos del aire fresco, aquí el sol también sale en el este, vivimos justo al lado del hermano de Imma y hemos mejorado un poco nuestra casita. Aprendo català en lugar de indonesio, leo de vez en cuando algún libro científico, de nuevo me involucro profesionalmente con innumerables zooms con mis Guiding Architects y me convertí en el fisioterapeuta de Imma. Como navegantes aprendimos a arreglar todo por propia cuanta.

Mientras tanto, el TUVALU se encuentra bien hibernado en el varadero de la Rebak Marina en Langkawi. De mayo a octubre hay la temporada de lluvias en Malasia, es decir, un desagradable clima tropical cálido con mucha lluvia. Un aire acondicionado ronronea dentro del yate y Jane de la marina echa de vez en cuando un vistazo por dentro para ver si todo está bien.

En comparación con nuestra vida normal en el barco, aparentemente poco ha cambiado. A menudo pensamos que nuestra estada aquí en el campo es solo una etapa más en nuestro lento viaje alrededor del mundo. Solo hay una pequeña diferencia: no hay mar a lo largo y ancho.

 

# EN MEDIO DE LA NADA

Hemos invitado a seis circunnavegadores confinados al diálogo, probablemente porque nosotros mismos estamos inquietos ​​y preocupados por ciertos temas que van mas allá del virus. Estamos impresionados por su voluntad de superar la adversidad y sus reflexiones.

Nos parece que TUVALU, como nombre y paradigma de nuestro yate, probablemente ha ganado aun mucha más actualidad y urgencia. En los Toamutos, en Tonga, en Fiji, en las islas Tuvalu, en Rotuma, en el Sulawesi indonesio, experimentamos la extrema fragilidad de las islas del mar del Sur y del Indico, amenazadas por el cambio climático. Ahí no viven como navegantes como nosotros encima del mar, sino con el mar. Allí, la rutina diaria está completamente determinada por la marea baja, que se adelanta cada día un poco mas que una hora. Es cuando, por ejemplo, el momento para recolectar moluscos y pulpos en los arrecifes de coral.

El aumento del nivel del mar, la destrucción de los arrecifes de coral por el aumento de la temperatura del agua, la sobrepesca por flotas pesqueras industriales, la gran cantidad de desechos plásticos flotantes, todo esto priva a los habitantes de su sustento. Viven con el mar. ¡Su mar! Los habitantes de las Islas Tuvalu por ejemplo nunca soñarían con abandonar su país tan increíblemente hermoso. ¿Porque a quién no le gustaría vivir integrado en su familia y tradición, justo al lado de una laguna turquesa con maravillosos arrecifes de coral, con playas hermosas llenas de palmeras? Pero si se ven despojados de su espacio vital por el comportamiento irresponsable y miope del llamado primer mundo, es decir, por nosotros, ¿qué les queda? La única estrategia de supervivencia que al final queda es la emigración. Entonces, de repente, aparecen en nuestras fronteras o se pierden en el mar en balsas hundiéndose. Los rechazamos despiadadamente como refugiados económicos.

Durante nuestras visitas a islas remotas, ya sospechábamos que nuestro concepto actual del primer, segundo y tercer mundo es bastante cuestionable. Hoy esto ha quedado probablemente aun mucho más claro: ya seas rico o pobre, blanco o negro, el virus afecta a todos. Solo hay un mundo.

Por supuesto, existen mejores sistemas de salud en el llamado primer mundo. Por lo tanto, ahí las posibilidades de una cura aumentan si el virus te golpea. Pero el primer mundo es a menudo poco solidario y da preferencia a los ricos. Como persona pobre, preferiría estar enfermo en la isla de Tuvalu que en los Estados Unidos. Funafuti, por ejemplo, tiene un buen hospital pequeño que trata a todos los habitantes de forma gratuita. En los Estados Unidos, mueres sin recursos económicos. Pero la pregunta es mucho más compleja, o quizás mucho más fácil. Nos parece que los habitantes en las Islas del Pacífico son mucho más felices que los que viven con todo el lujo en las grandes ciudades, pero están extremadamente estresados.

La comparación del Convid-19 con la epidemia de peste medieval, desafortunadamente, parece apropiada no solo por la dimensión epidemiológica, sino por la forma en que tratamos la verdad. A pesar de la distribución aparentemente democrática del conocimiento, el acceso ilimitado a la información, el bombardeo constante del «conocimiento» en todos los medios, la sociedad civil parece saber cada vez menos. Internet ofrece respuestas a todo, pero en realidad se trata de hacer las preguntas correctas.

Los envenenadores de pozos de hoy son los difusores de noticias falsas, verdades alternativas, teorías de conspiración, negacionistas; es decir, los difusores más o menos sutiles de mentiras. Especialmente en las democracias polarizadas como por ejemplo la española o la estadounidense, la desinformación es obviamente más popular, obtiene mas interés que hechos verificados de la ciencia. Lo cual incluye que a ciertas preguntas complejas a menudo no hay respuestas, o al menos ninguna simple. Parece que hemos regresado a los confusos tiempos de la Alta Edad Media. Donde «yo creo …», «a mi me parece…» – es decir las opiniones – son más importantes que hechos verificables. O, para decirlo de otra manera: si dijésemos que somos los primeros navegantes que demostramos que la Tierra es plana, de inmediato saldríamos en de todos los portales de noticias.

Los tomates allí abajo en nuestro nuevo huerto están creciendo lenta y constantemente como siempre. Igual que hace 500 años. La tierra no nos necesita. Y sorprendentemente vivimos todos los días simplemente como un nuevo milagro, el tiempo aclarará cuándo regresaremos a Malasia siguiendo nuestra circunnavegación.

Posición actual: 41 ° 16’09.9 «N 0 ° 54’17.0» E | Google Maps

P.D. Vivimos de manera bastante sostenible en TUVALU. Producimos electricidad con sol y viento, las velas nos empujan hacia adelante, pescamos y hacemos compras ecológicas en las islas de kilometro 0. Pero cuando regresamos «a casa» con vuelos trasatlánticos, nuestro impecable balance de CO2 va al traste de nuevo. Todo comienza con tus propios actos.

2 Comentarios

  1. David / Thor Cinco 27 de mayo de 2020 en 11:10 11Wed, 27 May 2020 11:10:08 +000008. - Responder

    Bravo Hans, tu exposición invita a la reflexión.
    Un abrazo a los dos desde el Mar Rojo.

  2. Urs 27 de mayo de 2020 en 12:02 12Wed, 27 May 2020 12:02:27 +000027. - Responder

    Sieht aber auch ganz nett aus am Montsant. Gute Besserung, Imma und gute Zeit den beiden. Herzlich Urs de Berna.

Deja tu comentario

Este sitio usa Akismet para reducir el spam. Aprende cómo se procesan los datos de tus comentarios.

Managed by Immediate Bitwave