a la deriva

2018-03-16T16:41:19+00:00 25 mayo, 2013|2013, Cuba|

A LA DERIVA

A las cuatro de la tarde se calmó la brisa. Como no veía nada más que agua y cielo, como no tenia puntas de referencia, transcurrieron más de dos horas antes de que me diera cuenta de que la balsa estaba avanzando. Pero en realidad, desde el momento que me encontré dentro de ella, empezó a moverse en línea recta, empujada por la brisa, a una velocidad mayor de la que yo habría podido imprimirle con los remos. Sin embargo, no tenia la menor idea sobre mi dirección y la posición. No sabía si la balsa avanzaba hacia la costa o hacia el interior del Caribe. Esto último me parecía más probable, pues siempre había considerado imposible que el mar arrojara a la tierra alguna cosa que hubiera penetrado 200 millas, y menos si esa cosa era algo tan pesado como un hombre en una balsa.(…) Después de las doce (de la noche) sentí deseos de llorar. No había dormido ni un segundo, pero ni siquiera lo había intentado. Con la misma esperanza con que esa tarde esperé ver aviones en el horizonte, estuve esa madrugada buscando luces de barcos. Permanecí largas horas escrutando el mar; un mar tranquilo, inmenso y silencioso, pero no vi ni una sola luz distinta de las estrellas. El frío fue mas intenso en las horas de la madrugada y me parecía que mi cuerpo se había vuelto resplandeciente, con todo el sol de la tarde incrustado debajo de la piel. Con el frío me ardía mas. La rodilla derecho empezó a dolerme después de las doce y sentía como si el agua hubiera penetrado hasta los huesos. Pero esas eran sensaciones remotas. No pensaba tanto en mi cuerpo como en las luces de los barcos. Y pensaba que en medio de aquella soledad infinita, en medio del oscuro rumor del mar, no necesitaba sino ver la luz de un barco, para dar un grito se habría oído a cualquier distancia.

Gabriel García Márquez; relato de un naufrago; 1984

Una de las características más fundamentales de la navegación es sentirse conectado con el infinito. Zarpamos, dejamos atrás la tierra, lo conocido, el amor, la patria. Hasta que se observa en el horizonte el destino, las tierras nuevas, tal vez un puerto seguro.

Pues, lo determinante de la navegación es sentirse “entre medio”. Ni aquí, ni allá. Una vez que la costa ya no es visible, desaparece la noción de tiempo y lugar. «Transcurrieron más de dos horas antes de que me diera cuenta de que la balsa estaba avanzando.» Envuelto en el infinito, truncado, libre de viejas sensibilidades, costumbres, enlaces. Tal vez sueñas con el nuevo mundo, el futuro, pero hasta que llegas aún hace falta mucho, mucho tiempo. Lo mas desconocido el destino y lo mas incierto el momento de la llegada, lo más intenso será el viaje.

A veces el viaje es corto, pero a veces muy largo. 1968 Bernard Moitessier daba 1 ½ veces la vuelta al mundo con su velero sin parar: 37.000 millas náuticas. A veces unos navegan voluntariamente y aparentemente sin destino definido como nosotros en TUVALU, o bien por fuerzas mayores como en el relato de un naufrago de Márquez.

Pocos eventos interrumpen un viaje oceánico. Por ejemplo, si «en medio de aquella soledad infinita, en medio del oscuro rumor del mar” se observa “la luz de un barco”. Es cuando se da “un grito que se habría oído a cualquier distancia”. También para nosotros eso es la esencia de la navegación: el mar como amplificador de sentimiento.

«A la deriva» se llama una obra de arte de acción en la cual participamos con el TUVALU hace unas semanas. Nuestro amigo y artista Jordi Isern (www.jordiisern.net) aprovechó su estancia con nosotros para poner en práctica un momento decisivo de este proyecto. 17 pinturas suyas se colocaron en capsulas de plástico selladas y se lanzaron desde el TUVALU al mar, a unas dos millas al sur de Cayo Rosario, CUBA (N21°31 W081°56). Desde el 14 de marzo 2013 la obra está a la deriva. Quien encuentre una cápsula puede quedarse el cuadro, solamente se pide ponerse en contacto con el artista.

El momento de «entre medio» puede servir para interpretar algunos niveles de este proyecto.

Normalmente, el proceso de transición entre artista y espectador/comprador se resuelve sin grandes complicaciones conceptuales. El cuadro está colgado en el estudio del artista o en una galería, hasta que un comprador (conocido) lo paga, lo recoge en la fecha acordada, para luego a su vez colgarlo felizmente en su sala de estar.

Pero en «A la deriva» se abre un espacio indefinido en ese proceso aparentemente simple. Las cápsulas flotan en el mar, quizá quedan varadas en una playa en algún lugar del mundo, ahí tal vez alguien lo encuentra o no, quizás reconoce la cápsula como arte y luego lo cuelga felizmente en su sala de estar. O tal vez los 17 cuadros se pierden en unos manglares, se hunden al fondo del mar o flotan sin parar en un remolino del océano infinito. Lo principal en «A la deriva» es, pues, ni la construcción de la obra del artista, ni el contenido (el mensaje del mismo cuadro en si), ni la percepción del espectador. Sino la transición incierta entre creador y espectador; el momento de “entre medio”.

Jordi Isern señaló que su obra «A la deriva» también se podría entender como un manifiesto político. 17 fotos están a la deriva, como los balseros de Cuba en enero 2001 cuando 17 chicos desde Cienfuegos buscaron su suerte con una balsa escapando de su patria, buscando tierras nuevas. Si entendemos el espacio intermedio como la esencia de la obra «A la deriva», pues ciertamente se puede entender como una protesta contra los sistemas políticos totalitarios. Contra los límites, los muros, las fronteras, las prohibiciones. En contra de ideologías que son más importantes que la libertad y diversidad personal.

El mar se entiende como sinónimo de tolerancia, un espacio sin tiempo y sin fronteras – y no separado por nacionalismos, ya que constituimos una sola raza mestiza, liberado de cualquier carga de provenzalismos (Che Guevara, 1952). Un espacio que nos alberga incondicionalmente a todos como hermanos y hermanas.

Nb.

–   Un video de nosotros de A la deriva se puede ver en el Canal del Tuvalu de YouTube, o bien directamente en este link: YouTube

–   También en la televisión española RTVE1 salió un breve reportaje de A la deriva (ver minuto 23:10): aquí

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