La línea imaginaria

Echamos la ancla a unos diez metros de profundidad en el norte, pero el TUVALU balancea en el sur. Exactamente entremedio: el ecuador. Saltamos al mar en el sur, nadamos al norte y regresamos. Mágico el momento, aunque la línea exista solamente en nuestra mente.
Inmediatamente después de subir a bordo, Neptuno se impone. Como con un martillo rachas violentas nos golpean, el yate tira con furia de la cadena. Una tormenta de otoño de película, atrás queda el ambiente templado de primavera del hemisferio sur.
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